Daily Archives: marzo 18, 2020
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Todos, de distintas maneras, estamos en busca de nuestra identidad en un mundo en el que esto es extremadamente complejo, en parte por los trámites y la burocracia. Nací en una familia fuera de la común, soy nieto de migrantes polacos, tal vez por eso, siempre me ha costado identificarme con los demás. Todo empezó con mi nombre Wiktor Alexei Stanislawski Michelena. Cuando era niño, en la primaria, me costaba mucho trabajo escribirlo y también a mis conocidos. Incluso hoy cuando quiero hacer una reservación o solicito un servicio por vía telefónica es un problema deletrearlo. La cuestión es que nuestros nombres son más que una simple palabra, son también parte de nuestra identidad. Más adelante, en un trabajo donde me debía presentar continuamente, dar mi nombre era un problema. Por practicidad, decidí cambiar mi nombre a Alex Torres. Pero cuando mi papá lo supo, se enojó mucho. Al principio, no supe por qué, pero luego entendí que era por su historia. Su padre llegó a Chile tras la Segunda Guerra Mundial y él nació ahí. Para mi papá, nuestro apellido es muy importante, un orgullo, porque refleja lo que somos, nuestros valores, nuestra historia, nuestras raíces y orígenes. Hace muchos años, cuando tenía unos 13 años, viajé a Chile con mi familia. En esa ocasión mi papá nos llevó a una oficina del registro civil chileno para buscar papeles que le dieran pistas sobre su historia. Con mucha sorpresa, la señorita que trabajaba en esa oficina encontró un papel clave: el acta de nacimiento de mi papá. Esa fue la primera vez que un hombre de sesenta y tantos años vio su acta, y supo el lugar y la hora donde había nacido. Mi padre y toda su familia, tras la guerra, había dejado su identidad atrás. Él se naturalizó mexicano a los cuatro años, cuando llegó a México, y fue entonces cuando mi abuelo decidió que su familia era mexicana. Años después, en un viaje a Alemania, decidimos investigar un poco más. Encontramos los nombres de su tío y sus dos primos en la lista de quienes habían muerto en el campo de concentración de Auschwitz. Mi abuelo nació en un pueblo llamado Ostrów; uno de los primeros lugares en ser invadidos con la Gran Guerra. Cuando estábamos en Ostrów, en Polonia, nos encontramos con un historiador que había mapeado muchas historias de la guerra, pues en esa época era muy común perder tu identidad. Fuimos después a la Universidad de Kalisz, en la ciudad del mismo nombre, tras enterarnos que muchos documentos que habían sido resguardados por la iglesia, habían sido llevados ahí. En la abadía de la Universidad de Kalisz, encontramos el acta de nacimiento de mi abuelo, que databa de 1888, un documento que sobrevivió dos guerras mundiales. Nos enteramos, así, que él nació en Prusia, un país que ya no existe, y conocimos su nombre completo. Esa era la única copia en el mundo del acta de nacimiento de mi abuelo, y estaba en la antigua abadía de una universidad de Polonia. Mientras hacíamos estas investigaciones, conocimos a un historiador francés que nos ayudó a encontrar, años después, en una catedral de Cracovia, el acta de matrimonio de mis bisabuelos. Ese día supe más de quién era mi papá… y más de quién era yo. Al día de hoy, por una cuestión de documentos, mi padre no tiene la nacionalidad polaca. Así como mi padre y muchas otras personas, nos enfrentamos a una lucha contra el sistema. Una de mis batallas fue al regresar de mi estudiar una especialidad en finanzas en Nueva York. Fui seleccionado para una beca y tuve la oportunidad de estudiar con maestros ganadores del premio Nobel y vivir Wall Street de cerca. Cuando volví, me dijeron que por la falta de una firma en un papel no me iban a validar mis conocimientos en finanzas. Por una firma no me podía graduar. Había estudiado con los autores de los libros que estudiábamos en la universidad en México pero, por un tema burocrático, simplemente no tenía validez. Todos los miembros de la universidad, hasta el rector, le echaban la culpa a “el sistema”, y nadie lo podía cambiar. Decidí revelarme contra la burocracia, en mi juventud, y nunca me titulé. A pesar de haber cubierto todas la actividades para hacerlo. Todo por una falta de firmas. Hasta hoy no tengo mis credenciales frente al sistema educativo. La identidad es lo que nos hace ser únicos y las nuevas generaciones del mundo, emprendedoras y creativas, esas que no contemplamos la posibilidad de adaptarnos, queremos adaptarlo a nosotros. En maat.ai queremos compartir historias sobre lo difícil que es crear y cuidar la identidad hoy en día, y cómo esto se relaciona, en la mayoría de los casos, con los trámites y la pérdida de tiempo generada por la burocracia. Queremos un mundo en el que todo lo que somos, todas nuestras identidades, convivan en un ambiente de confianza y seguridad… porque todos somos Humans of maat.
El robo de identidad no solamente le sucede a los adultos y el mundo virtual está lleno de riesgos para los niños y adolescentes. Aquí algunos consejos para protegerlos… A pesar de su riqueza y grandes posibilidades, el mundo virtual también ha abierto la puerta a criminales para realizar prácticas ilegales y fraudulentas. México, por ejemplo, está entre los diez primeros países con mayores cifras de robo de identidad en el mundo. Lamentablemente esta práctica ilegal se ha extendido de manera alarmante (¡ha llegado incluso al espacio!) y los niños no están exentos de él, ni de muchos otros riesgos de navegar en Internet. Con la expansión del Internet en todos los aspectos de nuestras vidas, esto se ha extendido al ámbito infantil y juvenil, y el navegar la red se ha vuelto un riesgo para los menores, en primer lugar por la cantidad de contenidos a los que podrían tener acceso. Además, los niños son aún más vulnerables que los adultos al robo de su identidad. A grandes rasgos, el robo o suplantación de identidad implica el uso de nombres, contraseñas, cuentas, domicilios y números telefónicos, entre otros, con fines de robo u otra clase de fraudes. Este tipo de práctica permite a quienes la perpetran abrir cuentas bancarias con identidades falsas, contratar servicios, seguros de vida, realizar compras o realizar actividades ilegales. En el artículo 19 del capítulo tercero de la Ley General de Derechos de los Niños y Adolescentes se establece que todo niño tiene el derecho de: Preservar su identidad, incluidos el nombre, la nacionalidad y su pertenencia cultural, así como sus relaciones familiares. Las autoridades federales, de las entidades federativas, municipales y de las demarcaciones territoriales del Distrito Federal, en el ámbito de sus respectivas competencias, deberán colaborar en la búsqueda, localización y obtención de la información necesaria para acreditar o restablecer la identidad de niñas, niños y adolescentes. Esto establece la importancia, y carácter legal, de cuidar el derecho de todo ciudadano, sin importar su edad, a preservar su identidad. La firma Javelin Startegy & Research, dedicada a la prevención de fraudes y otros delitos virtuales, indicó que en 2018 más de un millón de niños en el mundo fueron víctimas del robo de identidad y 2/3 partes de estos infantes tenía entre 0 y 7 años de edad. Finalmente, este estudio indicó que 6 de cada 10 niños conocían a quien robó su identidad. Esto hace evidente que la identidad de los niños está siendo mal usada por criminales y empresas ilegales a nivel mundial, y de manera muy frecuente. El hecho de no contar con una identificación oficial o no ser dueños de cuentas bancarias hace a los niños y adolescentes aún más vulnerables al robo de identidad. Además, por su edad e inexperiencia, niños y adolescentes podrían ser proclives a estar en contacto con información inapropiada. A continuación, algunos consejos para proteger a niños y adolescentes, sus identidades y bienestar, cuando enfrentan el mundo virtual: Consejos Los padres y tutores deben conocer cómo funciona internet y los dispositivos o aplicaciones relacionados con él, para así poder guiar a sus hijos. Es recomendable mantener una comunicación abierta con los niños y adolescentes sobre cómo usan y qué hacen en internet, y hacerlos sentir en confianza para hablar sobre estos temas. Es importante no prohibir el internet a niños y adolescentes. Hacer esto sólo convertirá el tema en tabú y los aislará de sus compañeros y amigos. Además, cuando se hace buen uso de él, internet puede ser[ una gran herramienta. Crear normas de uso de internet. Es importante hacer esto tomando en cuenta la edad de los niños, y establecer horarios, tiempo de uso y acceso a contenidos. Esto les permitirá a los menores balancear sus tiempos con otras actividades y a los mayores asegurarse de que el uso de internet sea sano. Acompañar y supervisar el uso de internet cuando sea posible. Es importante y recomendable estar cerca de los niños y adolescente cuando utilizan internet, no como guardias o policías, pero sí como alguien con quien pueden compartir sus experiencias. Enseñar a los niños a usar internet de manera responsable. Esto significa que los pequeños usuarios estén conscientes de que el internet y las redes sociales no son un espacio para faltar al respeto o dañar a nadie. Deben saber que todas sus acciones, virtuales o no, tendrán consecuencias. Hablar mucho con los niños y jóvenes de los peligros que existen en internet. Lamentablemente y a pesar de su grandes ventajas, internet está lleno de criminales. Esto debe ser enseñado y explicado claramente a niños y jóvenes, para que éstos puedan tomar medidas de prevención convenientes. También hay que señalarles qué información es seguro compartir y cuál no, para evitar el robo de su identidad. Asegurarse de bloquear contenidos no apropiados. Existen varias herramientas para hacer esto como filtros para menores, firewalls, bloqueo de ventanas emergentes, sistemas de control parental y motores de búsqueda especializados para niños y jóvenes. En maat.ai trabajamos para generar un mundo más seguro y confiable, uno en el que el uso de la tecnología no implique riesgos de robo o fraude, una nueva red de confianza que, por supuesto, incluye a los niños y adolescentes que son los herederos del mundo que buscamos.
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